El debate sobre si los actores de películas porno deben utilizar o no condón lleva años sobre la mesa. Las autoridades sanitarias están a favor del preservativo mientras que la industria de este tipo de cine se muestra más reacia. Cuando en 2004 se supo que cuatro intérpretes habían contraido el sida durante su trabajo, parecía claro que el profiláctico se iba a imponer. Pero no fue así. Ahora, la última palabra la tendrán los votantes, que decidirán en una votación popular durante las elecciones primarias del mes de junio.
Los Angeles es la meca del cine porno, un negocio que mueve muchos millones de dólares al año. Y es precisamente en esta ciudad donde las autoridades sanitarias han alertado de un importante aumento de enfermedades de transmisión sexual (ETS). Esté relacionado o no, la AIDS Healthcare Foundation, una famosa organización que lucha contra el sida, ha recopilado más de 71.000 firmas para pedir el uso del preservativo. Más que suficientes para cumplir el trámite de que se someta a votación popular, pues sólo se necesitan 41.000 firmas.
«Hay muchas ETS en esta industria», afirma Michael Weinstein, presidente de la AIDS Healthcare Foundation, «pero las distintas jurisdicciones se pasan el tema, como una patata caliente. Nadie quiere coger el toro por los cuernos y afrontar la situación, porque se trata de sexo, de porno y porque mueve mucho dinero».
Si finalmente se adopta por ley la obligatoriedad de llevar preservativo, Weinstein dice que será una medida de salud pública comparable a otras de gran impacto, como la ley antitabaco, por ejemplo.
El Departamento de Seguridad Laboral de California ha ganado más de 125.000 dolares en los últimos cinco años por multas impuestas a los productores de peliculas porno por incumplir cláusulas de salud. Sin embargo, a pesar de estas multas, las compañías siguen filmando sin preservativos.
«La historia nos ha demostrado que regular el comportamiento sexual consentido entre adultos no funciona», matiza Diane Duke, directora ejecutiva de Free Speech Coalition, una asociación comercial de la industria del entretenimiento adulto.
«Una imposición probablemente perjudicaría a todos, porque las compañías se verían forzadas a rodar fuera, para evitar la norma, o lo que es peor se crearía un circuito ilegal que sería mucho menos seguro para los actores».
Publicado en: elmundo.es