Aquí unas pistas desde la filosofía, la psicología clínica, la medicina y la sociología.En el verano de 1155 antes de Cristo, Haydar salió del monasterio. Los amanuenses sufíes que inmortalizaron su leyenda lo caracterizaron taciturno, recio. Caminó al bosque casi seco por el denso sol estival, quizás con el ceño fruncido. Su curiosidad se posó en una planta que resistía al seco calor iraní. Arrancó una parte que masticó y tragó. Cuando retornó al templo, reía. Las primeras referencias escritas al hachís, la resina del cannabis, llegaron de su paseo por el bosque. Haydar pidió a sus discípulos que no soltaran el secreto. Pero los poetas no resistieron el pecado de endiosar sus cualidades. En Rusia del siglo XIX hacían un caramelo llamado guc-kand, que según añosos campesinos daba felicidad a las mujeres y paraba los berrinches infantiles. Incluso sacaba el dolor antes de la circuncisión. Eran los tiempos de la “avena feliz”, una comida amasada con hachís para potenciar el apetito sexual. En La Odisea, Helena de Troya tenía su mágico elixir de opio, el nepente desaparecía dolores y pesares. En los Andes incaicos todavía se habla de Mama Coca. Sus más estrechos descendientes la recuerdan. Fue enterrada allí donde creció un arbusto achaparrado de hojas robustas. Los curanderos yatiris (“el que sabe” en lengua aymara) dicen que hay dos animales que comen del arbusto. Las llamas y los humanos, que además de usarla para resistir físicamente al trabajo la usan como afrodisíaca. ¿Por qué la hoja de coca saca el hambre y da fuerzas? Porque al comerla se comparte el espíritu de Mama Coca, dirá la tradición oral. Otros citarán estudios sobre su alcaloide. Chamanes americanos, Baco, Dionisio, Mama Coca, Shiva, incluso Cristo y otras divinidades ejemplificaron el uso de drogas para los mortales y las bendijeron con su predicamento. Hoy la ciencia se empeña en mostrar que somos descendientes de primates que en algún momento bajaron de los árboles, probablemente durante sequía, tuvieron que caminar y erguirse para encontrar alimento. En esa búsqueda alguna fruta fermentada les dio el primer colocón. Con el tiempo desarrollaron una enzima que metaboliza el alcohol. Haydar nunca hubiera imaginado que tenía un sistema endocannabinoide y por eso reía con el hachís. Mama Coca no conocía la importancia de la dopamina y durante las Guerras del Opio nadie sabía que el cuerpo tiene receptores opiáceos.
Efecto taca – taca
Las drogas dan placer y bienestar, desconciertan, fascinan, curan, lastiman, estimulan, tranquilizan, embriagan, han hecho escuchar voces, resaltar pensamientos, enfocar y hacer brotar la primavera en un mar de sensibilidades latentes.Mensajeros químicos
Gozar con las drogas es animal
Noticia redactada por Guillermo Garat el 30 de noviembre 2020 para VICE_es
Fuente original: VICE_es