EL MÉTODO DE ESTUDIO XI
Asunto delicado el de la memorización, objeto de continuos malentendidos y controversias. Para empezar, solo esa docena de palabras quizá haya suscitado alguna suspicacia. ¡Qué le vamos a hacer! Vivimos en un mundo complejo que huye de lo complejo y luego corre a refugiarse bajo el paraguas de la lógica binaria (bueno / malo, sí / no, a favor / en contra). Así que, como esta es una serie sobre el método de estudio, imaginemos que fuera posible quitar de en medio las etiquetas de progresista o retrógrado, que en materia educativa solemos aplicar, con su buena dosis de veneno, en cuanto sale el tema de la memorización como materialización del aprendizaje. Y vayamos al grano.
Para quienes no tenemos una memorable capacidad retentiva, expresándolo de forma simplificada hay dos maneras de memorizar: a fondo (de forma comprensiva, relacionada y, por lo tanto, sólida, estable) y superficialmente (sin comprender bien, casi sin relacionar y, por lo tanto, de forma precaria y esquiva). Ni que decir tiene que a todos los estudiantes les gustaría memorizar de forma comprensiva en lugar de quedarse con las ideas por los pelos. Pero una cosa es que les guste y otra distinta es que hagan lo necesario para conseguirlo. Dejamos expresamente aparte el sistema (normativa, profesores, metodología, materiales…), que tampoco es que se caracterice precisamente por ser una ayuda indescriptible para la memorización comprensiva.
Buena parte de lo que los estudiantes guardan en su memoria, con suerte permanece en ella lo que tardan en examinarse. Si hay profesores que enseñan enfocándose exclusivamente hacia el examen, otro tanto cabe decir de no pocos estudiantes (no en situación simétrica). Lo que ocurre es que, cuando la memorización no es sólida, el aprendizaje apenas surte efecto (si es que se produce). Puede que se apruebe, pero no se aprende. Nos estaremos moviendo entonces en lo que llamo la burocracia del aprobado: una nota que te sella el salvoconducto para que sigas adelante, pero te deja inerme o malamente armado ante los desafíos que te esperan.
Así que, a partir de este momento, solo me referiré a la buena memorización, a la comprensiva, a la que te enriquece, a la que te proporciona sólidos enganches para el conocimiento que te espera. Es una memorización tan esencial y con tanta proyección que sería un error que la consideraras un fin en sí misma o un proceso independiente. En el camino que conduce a la ella hay hitos que no deberías obviar, porque esa memorización que de verdad genera aprendizaje implica necesariamente habilidades, destrezas, hábitos, actitudes y motivaciones muy relevantes.
Hay muchos buenos estudiantes que, más que buena memoria, tienen buenos procedimientos y una excelente disposición hacia la automotivación, la autodisciplina y la autogeneración de hábitos. De hecho, una memoria extraordinaria, que en sí misma debería ser una buena cualidad, actúa a veces en sentido negativo, al generar exceso de confianza, sobrevaloración de las posibilidades, y alejamiento de los hábitos y procesos adecuados.
¿Para qué memorizar?
Memorizar es grabar en la memoria contenidos o procedimientos con un triple objetivo:
1. Aumentar los conocimientos y las destrezas (aprender). 2. Desarrollar las capacidades del intelecto (aprender a aprender por uno mismo). 3. Expresar, aplicar y desarrollar lo aprendido (en la vida académica, en la vida cotidiana o profesional y en los futuros procesos de aprendizaje).
¿Cómo ayudas a tu memoria?
1. Con conocimientos previos. Nuestra mente funciona creando sucesivos borradores autocorregidos, para lo cual es esencial la acumulación de conocimientos. Aprender siempre desde cero es complicado, por lo que la continuidad, la relación de conceptos y la asociación de ideas ayudan mucho. 2. Con una comprensión profunda del significado. Se opone a la memorización con pinzas (sin haber captado bien el significado). 3. Estableciendo de redes de conocimiento. Tu memoria funcionará mejor si, en lugar de píldoras aisladas, sin conexión entre sí, le facilitas un material relevante, con organización clara y bien estructurada (relaciones, jerarquías, semejanzas, diferencias, inclusiones, causas, efectos …). Si esa organización la creas tú, mucho mejor, porque dejas listos los enlaces o nódulos de enganche de tus futuros conocimientos. 4. Con la repetición y la práctica. El nivel de eficacia de la memoria se multiplica en dos tipos de situaciones: contenidos y situaciones impactantes (inolvidables) o contenidos y situaciones repetidos. Como no siempre tenemos a nuestro alcance vivencias inolvidables, es bueno entrenarse con repeticiones.
Pautas para la memorización
1. Básate en tu documento personal de estudio. Esa es tu referencia absoluta, tu red de seguridad. Por tres motivos: en primer lugar, lo has elaborado tú por aproximaciones sucesivas, por lo que te resultará mucho más cercano; en segundo lugar, te facilitará los repasos rápidos, profundos y frecuentes, y, en tercer lugar, tu evocación visual será más productiva justo en el examen.
2. No distancies la elaboración del documento de su memorización. Si lo memorizas mucho tiempo después, no lo tendrás fresco, te costará y lo retendrás peor.
3. No memorices si no comprendes. No es una invitación a no memorizar, sino a comprender. Intenta comprender todo lo que debas memorizar. Memorizar sin entender es memorizar en falso: en primer lugar, porque lo olvidarás rápidamente, y en segundo lugar, porque no conectarás los conocimientos previos con los presentes y los futuros, luego no aprenderás. Te permitiría salir de un apuro, pero la trayectoria de un estudiante debería ser algo más que salir de apuros.
4. Asocia, relaciona, conecta las ideas entre sí. No te limites a repetir, repetir y repetir conceptos descolgados.
5. Ve primero al conjunto y a las ideas generales. Y luego, a los apartados y los detalles. Por lo general es mejor ir de arriba abajo que al revés: cuando se capta la idea general, su aplicación o su caso concreto suele ser más fácil de entender y recordar.
6. El principio y el final se graban mejor en la memoria. Actúa en consecuencia: lo del medio tiende a escurrirse con facilidad.
7. Asimismo, el principio y el final de las sesiones de memorización son más efectivas (salvo que al principio se esté muy despistado o al final muy agotado).
8. Lo que se dice en voz alta se memoriza mejor que lo que se lee.
9. Lo que se ve (con cierto despliegue gráfico) se memoriza mejor que lo que solo se dice.
10. Lo que se escribe o se dibuja se memoriza mejor que lo que solo se ve o se lee.
11. Lo que se vive de forma interactiva es difícil de olvidar. Un buen recurso para retener un apartado complicado es tratar de explicarlo a tus padres de manera activa. No hay mejor forma de aprender que enseñar.
12. No ahorres en papel, ni en tu documento personal de estudio ni al garabatear lo que vas memorizando.
13. Después de memorizar tu documento de estudio, echa una mirada rápida al libro o los apuntes para comprobar que todo está en orden.
14. Cuando estés ante ideas relevantes, haz un esfuerzo consciente por recordarlas, por grabártelas en ese momento. El ejercicio motivado de memorizar facilita el recuerdo.
15. Utiliza tus propias reglas mnemotécnicas fiables.
16. Cuando la materia es de alta exigencia memorística, es útil grabar lo memorizado en el móvil para oírlo a modo de entrenamiento sonoro. Su efecto memorizador queda potenciado y puedes reforzarlo incluso cuando estés dando un paseo.
17. Después de memorizar, en cualquier momento improvisado trata de evocarlo. En pequeñas dosis de uno o dos minutos. Te lo irá grabando.
18. No confundas memorizar con pasar la vista sobre el texto.
19. No utilices más de una hora seguida para memorizar, ya que es un ejercicio muy fatigante. Dedicar a la memorización más de tres horas sin un par de descansos intermedios puede ser una pérdida de tiempo.
20. Un aliado imprescindible de la memorización es el taco de notas. Cualquier interferencia mental que te venga a perturbar el trabajo, la anotas de inmediato para expulsarla del cerebro hasta nuevo aviso. Si memorizas, memorizas. Sin piensas en otra cosa, no memorizas, porque se trata de un esfuerzo malamente compatible con cualquier otro.
21. Cualquier tipo de preocupación, inquietud o discusión previa constituye una interferencia en el momento de memorizar.
22. Un excelente consejo para memorizar bien: memoriza a menudo. Las prestaciones memorísticas del cerebro se perfeccionan con el ejercicio.
Fuente: http://blogs.elpais.com Autor: Carlos Arroyo