Part one: algo sobre los orígenes
¡Fíjate qué sorpresa!
Hasta ahora sólo sabíamos que mayo era el mes de las flores, la alegría de la primavera, los primeros rayitos de sol y el publicitado mes del día de la madre. Y, mira tú por dónde, nos encontramos con un nuevo (y mucho más emocionante que los anteriores) evento para celebrar estos días de entretiempo sutilmente soleados y achuchables. En 1995 mayo fue designado como el mes nacional de la masturbación en EEUU. Dicho evento se instauró en San Francisco. Comprobamos con agrado que en algunos lugares de Estados Unidos se concentran personas de mente abierta, para estimular esta ancestral práctica y demostrar sus beneficios científicamente comprobados.
Joycelyn Elders, primera doctora afroamericana nombrada Cirujana General de EUA, habló sobre la masturbación diciendo que “es algo propio de la sexualidad humana que debería ser enseñado” y tal comentario le costó el puesto. Como represalia por esta injusta y ridícula decisión una compañía estadounidense, Good Vibrations, dedicada a la fabricación de juguetes sexuales y la difusión de educación progresista sobre la sexualidad decidió dedicar el mes de mayo al intento de normalización de esta actividad, financiando estudios y organizando conferencias que ayuden a desmitificar mitos y tabúes originados en torno a esta práctica.
Ahora personas como Betty Dodson se han convertido en modernos paladines de la masturbación, intentando mostrar a las mujeres, y a cualquier hombre curioso que quiera ponerse en la piel de otra y saber qué siente respecto a ese tema y de dónde pueden venir los potenciales complejos, que perder el miedo a masturbarse, conocer su anatomía y apartar la vergüenza pueden suponer un interesante y agradable viaje de autodescubrimiento.
Part two: típicos tópicos y algunas evidencias
A lo largo de los tiempos, en diversas sociedades, se ha dotado a esta relajante práctica de connotaciones negativas, inmorales e impúdicas. Motivos religiosos, históricos y/o culturales confinaron esta actividad en el rincón de la vergüenza. Nos preguntamos expectantes de dónde vendrían tan engañosas afirmaciones. Pero ahora eso no importa demasiado. Concentrémonos en la destrucción de tan perniciosos mitos.
Algunas de las falacias que circulan en torno a la masturbación son tan absurdas como las siguientes:
- Es una sexualidad “infantil” que ha de abandonarse en la edad adulta.
- Es un sustituto pobre de lo “realmente importante”, el coito.
- Es una actividad compulsiva.
- El deseo de masturbarse desaparece cuando se tiene pareja.
- Es perniciosa tanto a nivel físico como mental y emocional.
- Es algo para hacer en soledad, no para compartir.
- El sexo es algo para dar a los demás, por tanto la masturbación es egoísta.
- Sólo se masturba la gente aislada, inadecuada o solitaria.
- Los hombres se masturban, pero las mujeres no lo necesitan ni sienten ese deseo.
¡Toma ya! Me va urgiendo la necesidad de empezar con el desmontaje de tan “sabias” y lustrosas reflexiones. Amén de practicar tan gratificante arte. Demos gracias al Señor, a la Señora, a la Ciencia o a todos ellos juntos. Nuestros ojos pueden leer, nuestros oídos escuchar y todo el cuerpo experimentar las inmensas ventajas que este divertido autoconocimiento proporciona:
- Liberación de endorfinas (neurotransmisor de la felicidad y tranquilidad) que induce a una sensación general de bienestar físico y mental.
- Alivio del estrés. Es una estupenda actividad para liberar tensiones.
- Autoconocimiento mental, físico y sensorial. ¿No es fantástico explorar recónditos rincones de la anatomía, imaginar y disfrutar de las reacciones que nos proporciona?
- En el hombre protege el sistema inmunológico y reduce el riesgo de cáncer de próstata.
- En la mujer combate la tensión premenstrual y mitiga considerablemente los dolores menstruales.
- Experiencias, ideas y juegos que compartir en pareja.
Algunas leyendas (a veces realidades) urbanas dicen que esta autocomplacencia física no es un tema del que se hable públicamente por el prejuicio y la vergüenza. Poco a poco se va desmitificando la cuestión, desechando el pensamiento de que quien se masturba es un enfermo/a o un/a demente o que es una actividad vergonzosa que “puede/debe practicarse en privado pero no mentarla o conversar sobre ello de forma normal en público”. Seguimos pensando que si una mujer comenta sus hábitos masturbatorios puede ser tachada, cuanto menos, de promiscua. Incluso en el sector masculino, en el que tanto viste fanfarronear sobre proezas sexuales, se habla poco sobre ello. Para algunos es algo que sólo se hace si no se tiene pareja, para otros con pareja pero “a escondidas”. Y los más intrépidos/as y aventureros/as gustan de compartir esta práctica con su compañero/a de juegos. Para mí, la mejor opción sin duda.
Part Three: masturbarse es gratificante, relajante y divertido
Aún me rechinan los dientes pensando en esos momentos en los que oigo sandeces tales como que la masturbación es una actividad para adolescentes (realmente la he oído), que tocarse a si mismo es algo triste a la par que asqueroso o que está bien cuando tu partenaire no está presente, pero que es humillante hacerlo delante de, porque eso es “indicativo” de que no le/la satisfaces lo suficiente. Cuando leo, pienso o escucho ese tipo de sentencias me pregunto en qué momento se detuvo la evolución. ¿No existirá un proceso de maduración, apertura y originalidad mental pareja a la física? Parece que no, o que esa lotería no le ha tocado a todo el mundo (igual va a ser eso, que son pocos los elegidos/as en el arte de la experimentación, destreza e imaginación sexual).
La masturbación no es humillante, ni implica la insatisfacción de la pareja, ni es un acto sucio, ni culpabilizador. Es una actividad gratificante y placentera, ejecutable en solitario y/o en compañía. Activa ocultos resortes del placer, conduce al autoconocimiento y libera la tensión. Pocos/as parecen entender, mucho menos disfrutar y comprobar, que el sexo es más estimulante y divertido si lo más largo/grande del cuerpo es el cerebro y su desarrollo: más capacidad e imaginación para guiar manos, dedos y pensamientos a esos lugares que activan los sensores del placer.
En cuanto a la mecánica o procedimiento de la actividad es, en principio, muy simple. Hacer acopio de cierta dosis de interiorización. Visualización de los órganos genitales, reconciliarse con ellos es un bonito punto de partida. Si los chicos están encantados con sus palitroques, ¿por qué no nosotras? Dejar rodar los dedos y manos hasta nuestras zonas más íntimas. Vale, no vamos a ponernos modositas ahora. Hasta el coño, el parrús, el chocho o como queráis llamarlo. Empezar acariciando y explorando el clítoris (una parte del cuerpo cuya función es la de proporcionar placer. ¡Toma ya!) lentamente con los dedos, previamente un poco lubricados, centrándose en la inmensa variedad se sensaciones agradables que proporciona, cosquillitas, pequeñas descargas que hacen que los músculos del cuerpo comiencen a tensarse. Caricias y más caricias en la vulva, en los labios, pellizquitos, aumento y disminución esporádica de la intensidad y la presión, pequeñas torturas. Sólo la imaginación y el deleite marcan los límites. Se trata de amplificar el espectro de sensaciones, de tocar y volver a tocar. Y olvidarse y erradicar, de una vez por todas, el ridículo sentimiento de culpa. Dedos curiosos que ruedan y pasean por doquier y nos encanta. ¿La meta es el orgasmo? ¿De verdad? ¿Otra cosa más que nos han vendido, “si no hay orgasmo algo va mal”? ¡Cuánto por desaprender!
Aprendemos a explorar nuestro cuerpo, a conocer lo que nos da placer y lo que no, a relajarnos y liberar la tensión. Y ya puestas a certificar ¿por qué no variar incluso la posición?, ¿desnudas?, ¿vestidas?, ¿y qué tal un jueguecito experimental con la presión del chorro en la ducha? Y dando una nueva vuelta de tuerca a la osadía, perversidad y la capacidad de “escandalizar” al contrario, masturbarnos en pareja. Dar a conocer por medio de susurros, respiración o gemidos que ESO nos GUSTA. ¿Por qué no mirar mientras el/la acompañante se masturba o que nos mire mientras lo hacemos nosotras¿. O masturbar nosotros/as, o que nos masturben. Esos dedos mágicos, esa mente insaciable, los músculos tensos, la espalda arqueada. Aumentamos poco a poco el repertorio de conductas agradables.
Y finalmente hemos llegado a la conclusión de que masturbarse es excitante. También es un proceso en ocasiones lento y gradual (no hay prisa, ¿no?), nos gusta, nos relaja, aumenta el nivel de endorfinas y ayuda a configurar nuestra autoestima. Si sabemos lo que nos complace, conocemos nuestra propia geografía, lo aceptamos y disponemos de ello a placer ¿no es eso algo tremendamente excitante que hace que nos brillen los ojos y sonriamos de forma traviesa sólo con recordarlo? Pues sí. Y cualquier signo de bienestar interior se refleja externamente en forma de felicidad. ¿Qué puede tener eso de culpabilizador? ¿Qué está bien y qué mal en su práctica a nivel meramente mecánico? No hay reglas, ni horarios, ni trabas ni imposiciones. El límite lo determina la complacencia. Experimentar o no lo marca la necesidad y el gusto del consumidor/a. Una cosa sí que sí. Culpas cero. No es sucio ni vergonzante, por mucho que reaccionarios, retrógrados o remilgados nos intenten convencer de lo contrario. Porfa, porfa, porfa, no vamos a dejarnos manipular hasta ese punto.
Hemos repetido hasta la saciedad esas palabras: culpa, humillación, sucio. Ninguna de estas ideas es asociable a tal práctica. Ni a una situación de sexo consentido. Erradiquémoslo de una vez. Consideremos la autocomplacencia y la actividad sexual en general como prácticas lúdicas, emocionantes y divertidas. Nos haremos un favor y tal vez poco a poco eliminemos las estupideces en torno a estos ámbitos. Y ya, puestas/os a pedir, ¿qué tal estaría buscar una nueva palabra que la designe? Mas-turbación no sé yo si no resulta un poco castrante. Practicarla no es algo que turbe, más bien al contrario, nos calma o serena. Al menos yo no me siento mal cuando la practico, ni me avergüenza, ni me incomoda. Me lleva más bien al otro extremo ¿y a vosotros/as? Por descontado decir finalmente que esta calmante actividad sobre la que hemos platicado es absolutamente extrapolable a cualquier otro periodo de año. Es más, es un MUST. I like it.
Fuente: Normajeanmagazine.com