Yagé, nixi pae, natema, kamarampi, capi, marirí, daime, bejuco del alma, hoasca o shillinto son solo diez de los al menos 42 nombres documentados que recibe el brebaje amazónico comúnmente conocido como ayahuasca. Etimológicamente, en lengua quechua —aya (muerto, espíritu) y waska (soga, cuerda)— significa “soga o liana de los muertos” porque, para los nativos amazónicos, la ayahuasca permite que el espíritu salga del cuerpo sin que este muera. Considerada una planta de poder por tribus y comunidades indígenas del Amazonas, ha sido utilizada con fines religiosos y visionario-curativos por chamanes desde hace cientos de años. Ahora, la investigación médica con ayahuasca ha cogido fuerza en Occidente, aunque sigue siendo vista con recelo por la comunidad médica internacional. La ayahuasca es una bebida psicoactiva vegetal obtenida por la decocción de dos tipos de plantas: la Banisteriopsis caapi —una liana conocida comúnmente también como ayahuasca— y la Psychotria viridis —chacruna, un arbusto de la familia del café que contiene DMT, la sustancia visionaria—. Ingeridas por vía oral de forma independiente no producen ninguna alteración en el organismo, pero la combinación de ambas posibilita el efecto enteógeno de la bebida. El término enteógeno significa “la experiencia de Dios dentro de mí” y hace referencia a la dimensión espiritual a la que puede transportar la ayahuasca. Hace cientos de años, las comunidades del Amazonas supieron combinar ambas plantas para que su decocción resultase efectiva. “Este sofisticado descubrimiento indígena solo ha sido desvelado por la ciencia moderna recientemente, durante los años 80 del pasado siglo”, tal y como se explica en el Informe Técnico sobre la Ayahuasca elaborado por el Centro Internacional para los Servicios, Investigación y Educación Etnobotánica (ICEERS, en sus siglas en inglés), una organización sin ánimo de lucro que se dedica, entre otras cosas, a integrar la ayahuasca y otras plantas tradicionales como herramientas terapéuticas en Occidente. Ha sido en España, concretamente a manos del doctor Jordi Riba y su equipo del Hospital Sant Pau de Barcelona, donde se ha despejado la incógnita de las áreas cerebrales implicadas en los efectos de la ayahuasca en humanos. “Mediante la técnica SPECT [técnica médica de tomografía que utiliza rayos gamma], evaluamos los cambios de flujo sanguíneo en el cerebro durante los efectos agudos”, explica Riba. El trabajo del equipo de Riba en consumidores habituales de ayahuasca ha demostrado que estos presentan diferencias en la estructura cerebral en comparación con los no consumidores: “No se trataba de déficits cognitivos ni psicopatologías, sino de aspectos psicológicos positivos como una mayor integración en su entorno social y una mayor espiritualidad”.Utilizada por comunidades indígenas amazónicas desde hace milenios, el potencial terapéutico de la ayahuasca comienza a abrirse camino en Occidente.
Tratamiento para depresiones
Los objetivos de la investigación médica los expone el doctor José Carlos Bouso: “Conocer mejor los mecanismos psicológicos en personas que toman ayahuasca con fines terapéuticos”. Psicólogo clínico y doctor en farmacología, Bouso está especializado en drogas de síntesis y de uso transcultural. Durante seis años formó parte del equipo de Riba y ahora dedica su actividad a la fundación ICEERS. “Otro de nuestros objetivos es conocer la eficacia de la ayahuasca en los trastornos adictivos o depresivos, los trastornos de ansiedad o incluso enfermedades médicas de tipo neuroinflamatorio”, explica. Es en el área de los trastornos depresivos donde hay más evidencias de los beneficios terapéuticos de la ayahuasca: “Hemos demostrado efectos prometedores en el tratamiento de la depresión mayor con ayahuasca”, explica Riba. El doctor ha colaborado recientemente en el primer estudio que ha demostrado los “rápidos y sostenidos” efectos antidepresivos de la ayahuasca en pacientes resistentes a otros tratamientos. “La experiencia con ayahuasca, de marcado carácter emocional, modifica la actividad eléctrica y el flujo sanguíneo en áreas que están implicadas en el procesamiento de las emociones y la memoria”. Esto se traduce en una mayor actividad del sistema límbico del cerebro, la parte encargada de procesar las emociones, los comportamientos y la memoria. “Durante los efectos es muy habitual recuperar recuerdos que marcaron a la persona emocionalmente. Creemos que esta revisión autobiográfica puede ser útil para replantearse, por ejemplo, conductas automáticas y autodestructivas como son el consumo de sustancias adictivas. Tenemos recogida información de un número no despreciable de personas que consiguieron abandonar consumos crónicos de cocaína y heroína con la ayuda de la ayahuasca”, cuenta Riba.Replantear el concepto de “droga”
Una droga es, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), “cualquiera sustancia que provoque una alteración del natural funcionamiento del sistema nervioso central del organismo y que, además, sea susceptible de crear dependencia”. Este concepto presenta una dualidad que explica el doctor Fericgla: “Naturalmente que la ayahuasca es una droga; ahora bien, si se habla de drogas adictivas, la ayahuasca no entra dentro de esa clasificación”. Doctor en antropología cultural y pionero europeo en psicoterapia con ayahuasca, Fericgla piensa que el término de droga ha perdido su sentido hoy en día. “A menudo se habla de drogas adictivas para referirse a las sustancias prohibidas pero (…) ni el LSD ni el MDMA ni la ayahuasca son adictivas”, aclara Fericgla. Todas ellas tienen usos terapéuticos que, tanto por prohibición legal como por sus usos lúdicos, han caído en la estereotipación. El doctor explica que los neurolépticos, ansiolíticos y antidepresivos que se venden en farmacia también son drogas, “y estas sí son de abuso, ya que generan dependencia”. El problema de este tipo de fármacos como el Prozac o el Valium es, como explica Guillem Crespí, psiquiatra del Hospital de Muro, “que a veces se aplican en enfermedades cuya curación completa ni se plantea, sino que lo que se busca es paliar síntomas”. Teresa Mateus, neuróloga del mismo hospital, está de acuerdo: “Habría que investigar más para llegar a la raíz de los problemas de las adicciones y no solo a los síntomas”.Ayahuasca para drogodependientes
La ayahuasca está siendo investigada como tratamiento para personas drogodependientes. Takiwasi en Perú, la Uniao do Vegetal (UDV) o las Iglesias del Santo Daime en Brasil son centros donde la gente acude tanto para procesos de autocrecimiento como para el tratamiento de adicciones, depresiones o hasta estrés post traumático en presos. Concretamente, Takiwasi se ha especializado en el tratamiento de personas drogodependientes de pasta básica, cannabis, cocaína o alcohol. Aunque la fundación del centro estuviese enfocada a la desintoxicación, este no es el único motivo por el que la gente llega a Takiwasi, ya que también acuden anualmente unas 300 personas para procesos de autoexploración o crecimiento personal. “La desintoxicación y el crecimiento personal son todo un eje de trabajo que está ligado”, explica Fernando Mendive, coordinador científico del centro. Situado en Tarapoto, en la Alta Amazonia peruana, su modelo terapéutico es único en el mundo: “Se combina el uso ancestral de la ayahuasca para recontextualizarlo en la psicología moderna, y que sea más fácilmente accesible a otras personas”, explica Mendive. Reconocida legalmente para funcionar como centro de salud, ha sido objeto de estudio de 18 tesis de pre y posgrado de distintas universidades desde su creación en 1992. ¿El motivo? Como explican desde Takiwasi: “Este creciente interés de la comunidad científica es el reflejo de un proceso global de acercamiento y apertura de la cultura occidental hacia conceptos y metodologías para la salud provenientes de las diferentes medicinas tradicionales del mundo”. De hecho, su creación viene a raíz de seis años de investigación de la medicina tradicional amazónica realizada por Jacques Mabit, uno de los fundadores de Médicos Sin Fronteras, que autoexperimentó la ingesta de plantas sagradas con más de 70 maestros curanderos o chamanes del Amazonas, y que en 2012 fue procesado por la justicia gala por inducción al consumo de estupefacientes y secta, en un caso que fue desestimado por falta de pruebas. El tratamiento para la desintoxicación de los pacientes pasa por cinco etapas: etapa preliminar —información, motivaciones, evaluaciones médicas para el ingreso—, desintoxicación física, reestructuración psico-emocional y existencial, reinserción y seguimiento y reforzamiento. “Se estima que luego de cinco años de abstinencia con cambio estructural de la personalidad y del modo de vida, la curación es total”, explican desde Takiwasi.Dimensión espiritual: entre el chamanismo y la psicoterapia
Dicho en boca de Neida, chamana de la selva ecuatoriana, “con ayahuasca consigues llegar a la esencia de la vida, al vientre de esta, y canalizar las energías”. A parte de los posibles usos terapéuticos que la ayahuasca pueda tener en el tratamiento de adicciones o trastornos depresivos, esta bebida es utilizada también como herramienta de autoconocimiento. “La ayahuasca es una forma de enlazar directamente con informaciones reprimidas en el inconsciente y así conseguir liberarlas”, cuenta Toni Hurtado. Psicoterapeuta y profesor de yoga, trabaja junto a su mujer Mariela realizando ceremonias de ayahuasca y San Pedro, otra planta de propiedades enteógenas cuyo principio activo es la mescalina. Su método de trabajo consiste en realizar la toma con su intrínseco ritual. En la mañana siguiente se hace un trabajo psicoterapéutico de lo que ha vivido cada uno: “Es casi más importante la parte de integración que la toma de la ayahuasca en sí”, explica Toni. Su trabajo no se centra únicamente en ofrecer la “medicina”, como lo llaman, sino que incorporan la ayahuasca como una herramienta en el proceso de crecimiento personal que desarrollan. “Nosotros mostramos cosas a los pacientes que igual no han sabido conectar; ese es nuestro trabajo”, cuenta Hurtado. A 9.000 kilómetros de distancia, Neida trabaja con ayahuasca en la selva amazónica, en un contexto más cercano a las prácticas originarias: “Doy mucha información sobre la planta y hago de guía durante el viaje. Mi trabajo es personalizado porque me gusta que cada uno se encuentre consigo mismo”. Neida no teoriza, sus terapias son pura tradición indígena, pura experiencia práctica heredada. En cambio, Toni y Mariela trabajan desde la psicoterapia evolutiva y tratan de descifrar lo que la ayahuasca ha mostrado a cada asistente. “Hay un mundo entre el chamán y el psiquiatra”, explica Toni. “Nosotros estamos en medio. No estamos en el enfoque clínico ni tampoco en el esoterismo. Entendemos la parte espiritual y la parte del método científico”, cuenta al hablar de sus sesiones.Ayahuasca y legalidad
El comercio, fabricación y distribución de DMT, principio activo de la ayahuasca, fue prohibido por el Convenio sobre Sustancias Sicotrópicas de Viena de 1971. Ahora bien, los preparados elaborados a partir de plantas que contengan DMT, como es el caso de la ayahuasca, no están prohibidos. Es en la Lista Verde, elaborada por la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE), donde aparecen las sustancias que están bajo lupa, como el DMT. En Perú fue declarada patrimonio cultural. En Brasil, la bebida goza de protección legal. En Chile, un tribunal determinó que “la ayahuasca ha reportado importantes beneficios para múltiples personas y, por lo tanto, su uso no debe ser penalizado”. La ayahuasca es legal en todos los países que se rigen por los convenios y acuerdos de la JIFE, salvo legislación específica.
“Francia es el único país en el que la ayahuasca está explícitamente prohibida”, tal y como explican desde ICEERS. En 2012, Jacques Mabit, fundador de uno de los centros de desintoxicación a través de la ayahuasca, fue procesado en Francia por incitación al consumo de drogas y secta, pero el caso fue desestimado pro falta de pruebas. El uso de la ayahuasca ha sido perseguido en España, con más de cien procesos judiciales que hasta ahora han acabado en archivo de la causa o absolución.
Riesgos asociados al consumo de ayahuasca
Así lo anunció el doctor Riba: “La ayahuasca conlleva sus riesgos pero carece de toxicidad física”. No todas las personas son válidas para experimentar con esta sustancia y que hay contraindicaciones para aquellas que deciden iniciar un proceso con ayahuasca: “No se puede tomar alcohol, no se puede comer carne ni picante, solo comida ligera sin aderezos. Además, es importante la abstinencia sexual”, explica Mendive en referencia a los requisitos del centro Takiwasi.
También hay fármacos que están contraindicados si se experimenta con ayahuasca: “El uso simultáneo de inhibidores de la recaptación de la serotonina y la ayahuasca puede contribuir a un desenlace letal”, tal y como explican Evelyn Doering y Xavier Da Silveira, psicóloga clínica e investigadora, en una entrevista publicada en Ayahuasca y Salud. Esto se traduce en que fármacos antidepresivos o ansiolíticos son incompatibles con la ayahuasca.
“No se puede descartar que personas con trastornos cardiovasculares o metabólicos puedan sufrir reacciones adversas”, explica el doctor Riba. Según él, el mayor riesgo está a nivel psicológico: “Episodios de ansiedad, desorientación y reacciones psicóticas que se han prolongado más allá de los efectos agudos y que han tenido que ser tratadas con fármacos”. Son sustancias muy intensas, modificadoras del funcionamiento normal de la mente: “Muchas personas acuden por mera curiosidad a sesiones de ayahuasca, simplemente para tener una nueva experiencia exótica, y se quedan impactadas, a veces de forma desagradable, por lo vivido”, matiza el doctor.
Neurogénesis o desarrollo de nuevas neuronas mediante ayahuasca
Uno de los recientes estudios con animales del doctor Jordi Riba ha demostrado que la ayahuasca es capaz de estimular el desarrollo y maduración de nuevas neuronas a partir de células madre del hipocampo, lo que se conoce por neurogénesis. “El hipocampo es la zona del cerebro implicada en los procesos de memoria, cuya perdida de células degenera rápidamente en Alzheimer”, explica el doctor. Esto podría ser un posible remedio, aunque queda mucho camino por recorrer, para el tratamiento de esta enfermedad degenerativa.
Publicado por Diego Menjíbar el 20 de agosto 2019 en el diario El Salto
Fuente original: El Salto