- El vaginismo y la dispareunia son dos de los dolores femeninos más frecuentes
- El 70% de las parejas espera entre uno a dos años para pedir algún tipo de ayuda
- Existen muchas opciones terapéuticas que van desde los ansiolíticos al bótox
Esos momentos de intimidad con la pareja, de caricias, palabras susurradas y besos, para un sector de la población femenina no significan el preludio de una relación placentera sino, todo lo contrario, una auténtica pesadilla.
Esta angustia responde, en la mayoría de los casos, a dos nombres: vaginismo y dispareunia. Dos trastornos que pueden llegar a ser muy dolorosos y que les impide mantener relaciones sexuales que impliquen el coito a aquellas que los padecen llegando, en algunas ocasiones, a tener tanto miedo al dolor que evitan todo contacto sexual con la pareja.
«Afortunadamente, ambas patologías no son demasiado frecuentes, aunque esto no es ningún alivio para quien lo padece», explica el especialista en ginecología y obstetricia, José Antonio Navas Expósito en el Congreso Europeo de Sexología celebrado en Madrid. A día de hoy, los médicos y científicos siguen indagando en las causas y, sobre todo, en los tratamientos, que ayuden a reducir su incidencia.
Vaginismo: no todo es orgánico
El vaginismo es una contracción involuntaria de la musculatura perineal y, por ende, de la vagina, que hace imposible el coito a pesar del deseo que pueda existir de penetración por parte de la mujer. «Sus causas responden a varios motivos. Por supuesto, puede haber un componente orgánico, como un himen hipertrófico, alteraciones inflamatorias, irritativas, radioterapia, medicamentosas, hormonales, endometriosis, cicatrices dolorosas o retráctiles y alteraciones de la piel de la vulva», resume el doctor Navas. «Pero no podemos despreciar las causas psicológicas», añade.
«En estos casos son importantes las causas predisponentes, como las actitudes erotofóbicas, que pueden variar desde el rechazo a la penetración, el temor al dolor, una educación restrictiva en asuntos sexuales o la religión. También hay causas mantenedoras, como la ansiedad o el estrés, dos factores a los que se podría atribuir el aumento del vaginismo en la actualidad y que actúan como círculo vicioso, ya que empeora las relaciones con la pareja si ésta no entiende la situación. También es importante la falta de información sexual recibida, el miedo a quedarse embarazada, haber sufrido abusos sexuales o un mal control del esfínter», explica.
Todas estas causas hacen que la prevalencia actual del vaginismo se sitúe aproximadamente en un 5%, porcentaje que se acentúa en las mujeres premenopáusicas y menopáusicas de entre 45 a 55 años. «Estadísticamente se ha estudiado que el 70% de las parejas demora entre uno a dos años el pedir algún tipo de ayuda; y el 30% acude después de cinco años de percatarse del problema», comenta este especialista.
Por estos resultados, el doctor Navas Expósito hace hincapié en que existen varios grados de este trastorno y de la importancia de acudir al ginecólogo cuando comiencen los problemas. «Existe el vaginismo leve, donde se puede practicar la masturbación con un dedo o el sexo anal, prácticas con las que la mujer disfruta. Un grado más sería el moderado, donde ya no hay posibilidad de penetración de ninguna forma y, por último, el estadio grave, donde ni hay penetración ni disfrute y puede degenerar en una aversión a todo tipo de relaciones sexuales», afirma.
Igualmente, este especialista distingue entre el vaginismo primario, donde la mujer no ha podido ser penetrada ni en su primer intento ni más adelante, (que representa al 90% de las féminas que sufren este problema); y el secundario, donde esta patología se ha producido con el tiempo, en mujeres que disfrutaron de relaciones sexuales con coito pero que más tarde no han podido ser penetradas.
¿Existe tratamiento? «Se están probando diferentes terapias», confirma Navas Expósito. En este aspecto, el espectro se amplía: «En el campo de los fármacos es donde se están introduciendo más novedades. Existen desde ansiolíticos a la toxina botulínica, último tratamiento para este trastorno que produce una parálisis flácida del músculo y que requiere de un tiempo de recuperación, por lo que es aconsejable que sólo se utilice cuando el resto de tratamientos han fracasado, y que sea administrada por un experto», explica. Pero también existen otros.
«Desde la hipnoterapia a la desensibilización in vivo (con lecturas eróticas, masturbación de otras zonas del cuerpo, etc. ) o in vitro (en la consulta)», indica. «Pero lo más importante es acudir al especialista, encargado de elegir la mejor opción contra el vaginismo ya que se puede curar», incide.
Dispareunia: la dificultad en el coito
Otro trastorno diferente, aunque a veces van relacionados, es la dispareunia, una patología que algunas veces se presenta primero para pasar más tarde dar lugar al vaginismo.
Según los especialistas, este problema es la tercera causa de consulta por disfunción sexual al ginecólogo y su promedio de aparición es de alrededor del 29%. «La dispareunia es el nombre que recibe el coito dificultoso o mal coito. Las mujeres que lo sufren relatan dolores genitales recurrentes o persistentes e intenso malestar. Se diferencia del vaginismo en que mientras que en este caso la penetración es dolorosa, en el anterior trastorno es prácticamente imposible«, relata el doctor Navas Expósito.
Para este especialista, la principal causa de la dispareunia suele ser orgánica, «por ejemplo deformaciones o trastornos del introito vaginal, o entrada de la vagina, del útero, de las trompas de Falopio o de los ovarios. También puede producirse como consecuencia de infecciones vaginales o del clítoris, enfermedades de la uretra y del ano, malformaciones o cicatrices u otros problemas, aunque también puede deberse a causas psicosexuales». En estos casos, los especialistas aseguran que su tratamiento es más complejo.
«Si el problema está localizado, la solución pasa por corregir la causa. Normalmente, se aconseja a la paciente que se tome su tiempo en la lubricación y excitación previa, evitando ciertas posiciones que acentúen el dolor. Es normal indicar lubricantes acuosos locales, que deben ser usados después de un juego sexual previo adecuado y tras haber descartado otros factores etiológicos. Y, aunque no suele ser lo más corriente, puede también necesitarse de la cirugía para tratar factores vulvares y vaginales», concluye este especialista.
Fuente: elmundo.es