-
Aunque no creas que el uso de sustancias psicoactivas, enteógenas o psicodélicas es una experiencia deseable para ti, probablemente llegues a encontrarte con alguien que las consumió y que está teniendo el peor día de su vida. Estos pequeños consejos pueden transformar una experiencia infernal en un tránsito rumbo a la conciencia despierta.
-
Las sustancias enteógenas y los químicos psicodélicos forman parte de una de las últimas formas de iniciación disponibles para mucha gente. Utilizar ayahuasca, DMT o peyote en contextos rituales, e incluso utilizar LSD, MDMA o una mezcla de ambas en contextos recreativos, es sin duda una de las experiencias de conciencia más potentes y sanadoras a las que puede tener acceso un ser humano. Sin embargo, estas experiencias implican no sólo momentos de euforia y revelación, sino del encuentro con zonas dolorosas de nuestra vida de las que parece que no podemos escapar.
El malviaje no sólo puede ocurrir dependiendo de la situación emocional y psicológica de los usuarios, sino también debido a la ingesta de psicodélicos en lugares públicos, como fiestas, raves o festivales de música, que puede resultar peor si nos metemos en problemas con las autoridades. En realidad, intoxicarse con enteógenos requiere dosis muy grandes, y es responsabilidad de quien los consume informarse sobre los posibles efectos secundarios, pero el terror, la ansiedad y el miedo resultantes durante la experiencia misma, aunque pasajeros, pueden dar lugar a experiencias negativas.
Linnaw Ponté es la coordinadora de reducción de daños de MAPS (Asociación Multidisciplinaria de Estudios Psicodélicos), y su trabajo consiste en realizar campañas de salud orientadas a informar al público y a volver las experiencias de los psiconautas una que sea digna de recordar, en lugar de una que deje secuelas legales o físicas considerables.
“Los psicodélicos son una herramienta increíblemente poderosa”, afirma Ponté. “Son amplificadores no específicos: traen a la superficie lo que sea que esté en las profundidades de tu psique, y en ocasiones no nos damos cuenta cuando ocurre. Y es por ello que el ambiente y la preparación [set and setting] son la clave de las experiencias psicodélicas.”
El Zendo Project viaja con Ponté y un grupo de voluntarios a festivales y raves donde la gente suele utilizar LSD y otros alucinógenos para minimizar las malas experiencias y proveer de un espacio seguro a aquellos que están teniendo un malviaje. Puede considerarse que se trata de un activismo de clase, pero cualquiera que haya tenido una experiencia negativa con enteógenos estará de acuerdo en que alguien que cuide de ti durante ese trance es algo que puede salvarte la vida y la cordura.
“La misión general del proyecto Zendo es proveer un espacio seguro para cualquiera que esté pasando por una experiencia difícil [con psicodélicos] y transformarla en una que pueda ofrecer aprendizajes valiosos y crecimiento personal.”
Esto se logra a través de la implementación de los Cuatro Principios de Reducción de Daños, que pueden ayudarte a comprender como desactivar un malviaje (básicamente ayudándote o ayudándole a alguien más a entregarse a él):
Crear un espacio seguro
Se trata de dar a la persona un lugar para relajarse, cerrar los ojos, recostarse o quedarse de pie, según lo que necesite, sin que nadie lo pise ni le hable. Reducir las fuentes de luz y sonido puede ser la diferencia entre una montaña rusa en el infierno y un viaje hacia el interior de la conciencia tranquila.
Apoyar sin guiar
Según Ponté, el trabajo del proyecto Zendo es “mantener la distancia y ser guías no-directivas para la gente”. Durante la experiencia psicodélica, el psiconauta está lidiando con inimaginables cantidades de estímulos simultáneos, por lo que los consejos de los demás (especialmente de los extraños) pueden ser contraproducentes.
No calmarse sino permanecer calmado
Cada malviaje es distinto, pero para quien trata de ayudar, puede ser frustrante la idea de empeorar las cosas en la mente del “malviajado”. Está bien hablarles calmadamente, pero no hay que esperar que alguien que ha consumido, por ejemplo, LSD y marihuana, pueda escuchar a su interlocutor en tiempo real, sino más bien con una especie de “delay” o retraso perceptivo; los consejos en eco estereofónico suenan peor que una parvada de demonios. Puedes intentar repetir una instrucción sencilla, como “respira con calma”, y recordándoles que están en un lugar seguro.
Una experiencia difícil no es lo mismo que una mala experiencia
Como dijo Carl Jung, “No se llega a la conciencia sin dolor. La gente hará cualquier cosa, no importa cuán absurda sea, para evitar confrontar su propia alma. Uno no se ilumina imaginando figuras de luz, sino haciéndose consciente de la oscuridad.” Sea cual sea la ruta del malviaje, la causa está en la psique del psiconauta; los psicodélicos permiten desenterrar recuerdos dolorosos y verlos con perspectiva y distancia, por lo que constituyen una inapreciable herramienta de conciencia; pero los recuerdos dolorosos estaban enterrados por una razón que, muy probablemente, saldrá a la luz junto con ellos.
Por todo lo dicho, si decides consumir LSD, como mínimo intenta seguir los 4 principios básicos comentados sobre reducción de riesgos.
Fuente: http://pijamasurf.com