Este informe que compara los resultados de las cuatro ediciones realizadas en España del estudio internacional Health Behaviour in School-aged Children (HBSC), sobre conductas saludables de los jóvenes escolarizados, contiene un apartado centrado en el consumo de tabaco, alcohol y cannabis que permite conocer la frecuencia de consumo de estas sustancias y su evolución. En la edición correspondiente a 2014, participaron 31.058 jóvenes de entre 11 y 18 años, con una distribución equitativa entre chicos y chicas.
Los resultados muestran que, entre 2002 y 2014, el porcentaje de estudiantes que fumaba a diario disminuyó un 63% y en 2014 representaban el 5% de las y los jóvenes escolarizados. A pesar de que la diferencia del consumo entre chicos y chicas también descendió, el porcentaje de chicas que fumaban cada día seguía siendo superior y se observa que a medida que aumentaba la edad, se incrementaba el consumo diario de tabaco. Asimismo, los datos de 2002 indican que la tasa de personas que fumaban a diario era más elevada entre adolescentes que se encontraban en centros públicos y formaban parte de familias con capacidad adquisitiva baja. Sin embargo, las cifras de 2014 muestran niveles similares en función de la titularidad de los centros educativos y la capacidad adquisitiva familiar. La edad media de inicio se situaba entre los 13 y los 14 años, y no se observan diferencias reseñables en función de las diversas variables contempladas. Los datos de evolución ponen de manifiesto el retraso en la edad de inicio, ya que en 2002 el 33% de chicos y chicas adolescentes comenzaban a fumar antes de cumplir los 13 años, mientras que en 2014 esa cifra se situaba en el 21%.
En cuanto al consumo de alcohol, la mayor parte de la población encuestada señalaba que consumía alcohol rara vez o nunca. No obstante, destaca la disminución de la tasa de adolescentes que consumían alcohol al menos una vez a la semana ―un 55% menos entre 2002 y 2014―. El consumo semanal de alcohol era más frecuente entre los chicos (9,5%) que entre las chicas (5,8%), según los datos de 2014. El consumo de bebidas alcohólicas también se incrementaba conforme aumentaba la edad de la población estudiantil, aunque se observa una disminución generalizada en todos los grupos de edad. Por otro lado, en las ediciones de 2010 y 2014 no se perciben las diferencias en el consumo semanal de alcohol según la titularidad del centro educativo y la capacidad adquisitiva de las familias que se observaban en las dos primeras ediciones del estudio. Tal y como sucede con el tabaco, la mayoría de adolescentes comenzaban a beber alcohol entre los 13 y los 14 años. Del mismo modo, los datos presentan una tendencia al retraso de la edad media de inicio de consumo de alcohol, tanto en chicos como en chicas.
Por su parte, el porcentaje de adolescentes que nunca habían consumido cannabis fue aumentando hasta situarse en un 68% de la población encuestada en 2014. Aunque se observa un descenso progresivo, en este caso se mantuvo la prevalencia del consumo de esta sustancia entre los chicos ―35% frente al 29% en chicas―. Sin embargo, no se observan diferencias de consumo en función de la titularidad de los centros educativos ni la capacidad adquisitiva de las familias.
Por último, cabe mencionar que, de forma complementaria a este estudio, se han publicado dos informes específicos que analizan los estilos de vida y los contextos de desarrollo de los adolescentes adoptados e inmigrantes. Esta desagregación responde al aumento de las adopciones ―sobre todo de las internacionales― y de los movimientos migratorios a finales de los años noventa, que han aumentado la representación de ambos colectivos dentro de la población estudiantil. En el caso del análisis centrado en chicas y chicos adoptados, se observan diferencias en el consumo habitual de tabaco, ya que el porcentaje de jóvenes adoptados que fuman todos los días o al menos una vez a la semana supera al de aquellos que no son adoptados (11,6% frente al 6%, respectivamente). En cuanto a la frecuencia de consumo de bebidas alcohólicas, no existen grandes diferencias, mientras que la tasa de personas adoptadas que han consumido cannabis y otras drogas ilegales durante el último mes resulta superior a la de la población no adoptada. Desde la perspectiva de la juventud inmigrante, los datos reflejan un mayor consumo de tabaco y alcohol entre la población autóctona, siendo las personas inmigrantes de segunda orden las que menor nivel de consumo registran. Sin embargo, los adolescentes inmigrantes de primera orden, es decir, aquellos que han nacido fuera de España representan el grupo que más veces ha consumido sustancias ilegales, excluyendo el cannabis.
Fuente: http://blog.siis.net/