La mezcla con estimulantes como por ejemplo la cocaína o el speed, puede llevar a un consumo mayor de cada una de ellas, puesto que los efectos se contrarrestan.
A pequeñas y grandes dosis, los efectos de descontrol de los reflejos, el equilibrio, etc, pueden provocar con facilidad que la persona que consume sufra caídas y lesiones. Igualmente, el consumo de ketamina puede provocar que aparezca ansiedad, angustia, depresión y problemas de tipos psicótico a posteriori, además de “malos viajes”, ataques de pánico en el momento de bajada de los efectos.
Es posible que a dosis altas se puedan dar paradas respiratorias, sobre todo si se mezcla con otras drogas depresoras del sistema nervioso, como el alcohol, los sedantes, tranquilizantes, heroína y GHB.
Si el consumo pasa a ser habitual, puede dar lugar a problemas de memoria y dificultades de concentración.