El alcohol etílico es un depresor del sistema nervioso central, es decir, que ralentiza las funciones vitales (que no es lo mismo decir que produce depresión como un estado de salud mental). Por lo que ingiriendo grandes cantidades de alcohol, los efectos depresores se agudizan apareciendo dificultades para hablar y andar, vértigos, vómitos, temblores y disminución del nivel de conciencia, que puede llevar eventualmente al coma y la muerte por parada cardiorrespiratoria).
- Efectos inmediatos/corto plazo
Al cabo de los cinco minutos del consumo, el alcohol ya puede detectarse en la sangre y alcanza los picos máximos de concentración entre los 30 y los 90 – 180 minutos.
En esta línea, el consumo de alcohol produce unos síntomas que se suceden en un proceso en el que se distinguen varias fases:
- Fase de excitación: Aparece al principio. Se caracteriza por euforia, facilidad para expresar los sentimientos, pérdida de inhibiciones y locuacidad.
- Fase hipnótica: A medida que vamos bebiendo y aumenta la concentración de alcohol en sangre se produce incoordinación motora y alteraciones del equilibrio, confusión mental, habla pastosa y no congruente, irritabilidad, mareos, náuseas, vómitos, y un enlentecimiento de la respiración y el pulso cardíaco.
Estas dos primeras fases van también acompañadas de otras manifestaciones físicas como enrojecimiento facial, dilatación de la pupila y sudoración.
- Fase anestésica: Si se continúa bebiendo, hay una pérdida de la conciencia, de los reflejos y del control de esfínteres; la debilidad muscular se va generalizando así como las dificultades respiratorias llegando a un estado de aturdimiento y coma.
- Fase bulbar: Cuando la intoxicación alcohólica avanza puede producirse una parada cardio-respiratoria y la muerte de la persona.
Los efectos de su consumo desaparecen, aproximadamente a las 6 horas, la velocidad de eliminación depende de tu peso y sexo, pero suele ser de 1 copa por hora.
INTOXICACIÓN AGUDA: En el momento en que alguno de los síntomas mencionados anteriormente aparezcan, se debe parar de beber inmediatamente, tomar vitamina B (zumos y fruta) y, en caso de que la persona se encuentre mal, acudir inmediatamente al médico. Que no te de miedo llamar al médico o a una ambulancia. La aparición de arcadas y/o vómitos significa que el organismo no tolera más alcohol, por lo que si bebes tras vomitar, la noche puede acabar mal.
- Efectos a largo plazo o crónicos
El consumo excesivo y recurrente de alcohol puede provocar importantes problemas de salud, conflictos familiares y sociales. Estos efectos pueden presentarse incluso en el caso de personas que no hayan desarrollado una dependencia y, por tanto, no sean consideradas alcohólicas. Destacan los siguientes:
- Hipertensión arterial
- Alteraciones del sueño
- Gastritis
- Agresividad
- Úlcera gastroduodenal
- Depresión
- Cirrosis hepática
- Disfunciones sexuales
- Cardiopatías
- Deterioro cognitivo
- Encefalopatías
- Demencia
- Cáncer
- Psicosis
Una de las consecuencias más graves del consumo excesivo de alcohol es el alcoholismo o dependencia alcohólica. Se trata de una enfermedad caracterizada por el consumo incontrolado de bebidas alcohólicas a un nivel que interfiere con la salud física o mental de la persona y con sus responsabilidades familiares, laborales y sociales.
El riesgo de desarrollar alcoholismo depende de varios factores, a destacar:
- La vulnerabilidad individual: los hijos de padre o madre alcohólica tienen un mayor riesgo de desarrollar problemas con el alcohol, sobre todo si son varones. También tienen más riesgo aquellos que lo utilizan para aliviar el malestar psicológico o superar sus problemas personales.
- La edad de inicio: cuanto antes se empieza a beber, más riesgo existe de desarrollar dependencia en la edad adulta.
La cantidad que se bebe: aunque la Organización Mundial de la Salud (OMS) indica que no hay una cantidad “segura” por debajo de la cual no haya riesgos, se establecen tres categorías de bebedores en función de la cantidad ingerida: alto, medio y bajo riesgo.