Este 25 de noviembre, Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, el Departamento de Prevención de Fundación Salud y Comunidad reivindicamos estrategias feministas de prevención de las violencias sexuales con (y sin) presencia de drogas. Los proyectos que conforman la línea Drogas&Género y otros afines que integran el Departamento (Proyecto Malva, En Plenas Facultades, Observatorio Noctámbul@s, Lasdrogas.info + otras iniciativas de investigación y prevención) queremos manifestar lo siguiente:
Asistimos preocupadas a la instrumentalización de las reivindicaciones de quienes trabajamos para la erradicación de las violencias machistas, para la promoción de la salud y/o para la reducción de riesgos asociados al uso de sustancias. Se trata de una instrumentalización, en muchos casos desde el mundo empresarial, que pasa por reducir las complejas y variadas medidas preventivas desde la perspectiva de género -que con tanto cuidado, reflexión y experticia llevamos décadas ideando y formulando- a la fabricación y distribución de artilugios poco o nada útiles para la reducción de las violencias sexuales: nos referimos a los tapavasos, las pulseras “antidroga” o las tiras detectoras de sustancias en las bebidas.
¿Por qué pensamos que no son útiles para prevenir ni reducir las violencias?
Porque no responden a la realidad de las mismas: cuando se usan drogas para ejercer violencias, el modus operandi más frecuente con diferencia es el oportunista: el agresor aprovecha la dificultad de expresar o no consentimiento derivada del consumo voluntario de sustancias por parte de la agredida.
Porque pone el foco en la sustancia y no donde deberíamos: en los potenciales agresores y en la estructura social machista que sustenta la violencia. Además, al poner el foco en las drogas equivocadas, las ilegalizadas (la más habitual es el alcohol), las relega al oscurantismo, a la desinformación y al tabú, criminalizando su uso y contribuyendo a la estigmatización de quienes las usan.
Porque responsabiliza a las potenciales víctimas de protegerse: de nuevo, nos centramos en qué deberíamos hacer o dejar de hacer las mujeres para evitar sufrir agresiones, lo cual perpetúa el disciplinamiento y control de nuestros cuerpos y vidas: ¿es el “usa tapavasos” el nuevo “no vayas así vestida”?
Porque generan alarma, terror sexual y orientan la mirada al ocio (cuando la mayoría de las violencias se dan en el espacio doméstico), a los agresores desconocidos (en la mayoría de los casos, son del entorno de la víctima) o a la juventud (su ejercicio es intergeneracional).
Ante este panorama, insistimos en que las medidas preventivas de las violencias machistas y sexuales tienen que ser profundas, transversales e informadas: políticas públicas con perspectiva de género; protocolos públicos, privados y autogestionados de abordaje de violencias; fomento de la autoorganización y la autodefensa feminista; formación de todos los agentes implicados en la detección, atención y recuperación frente a las violencias; divulgación rigurosa con mirada de género de las realidades y datos de la violencia; promoción de la coeducación y de la educación sexual feminista… son algunas de las medidas que proponemos y defendemos.
Hoy, 25 de noviembre, y todos los días: trabajemos por una prevención feminista.