Qué es en realidad esa misteriosa sustancia
La detención, la semana pasada, de un hombre que supuestamente drogaba a sus víctimas con escopolamina hace resurgir a una droga que aparece en más titulares que análisis
Cada cierto tiempo volvemos a encontrarnos con alguna noticia en la que se menciona la burundanga, esa droga que anula la voluntad, «el aliento del diablo«. Sin embargo, y pese a que el principio activo de esta sustancia, la escopolamina, permanece en el cuerpo hasta varios días después de ser consumida, la burundanga nunca aparece en los análisis toxicológicos. La última vez fue hace una semana, cuando la policía detuvo a un ciudadano magrebí al que se bautizó como «el rey de la burundanga«. La primera noticia al respecto apareció, de hecho, en El Confidencial el pasado 6 de marzo, aunque luego otros medios replicaron este mismo título nobiliario. Consultado al respecto, nuestro compañero Roberto R. Ballesteros, avezado periodista en este tipo sucesos, cita como prescriptores a fuentes de la investigación, que fueron quienes sugirieron el uso de escopolamina, entre otros narcóticos, por parte de este ciudadano magrebí. La celeridad informativa es lo que tiene, y probablemente, el informe toxicológico no había sido aún completado cuando este agente se pronunció. Sin embargo, hay que decir que tampoco es la primera vez que los cuerpos de seguridad del Estado aluden al carácter mítico de esta sustancia como anuladora de la voluntad. Por ejemplo, en el atestado policial que se hizo de La Manada por su agresión a una chica en Pozoblanco (Córdoba), se hizo mención a la burundanga, por más que luego el fiscal admitiera que era imposible probar su uso. Y en su descargo, hay que decir que, en muchas ocasiones, son los propios denunciantes los que afirman haber sido drogados con burundanga, como ocurrió en Ibiza el verano pasado. Pese a la alarma, en la última memoria anual del Instituto Nacional de Toxicología, las menciones a la escopolamina fueron cero. Y sin embargo, las noticias del último año cuentan una historia diferente. El único caso de intoxicación por escopolamina que aparece en la literatura médica sucedió en Palma de Mallorca en la primavera de 2016, y fue un intento de venganza de un marido a su esposa, con quien se encontraba en trámites de divorcio. Es decir, nada de someterla a su voluntad para atacarla sexualmente o robar sus pertenencias.Si no es burundanga, ¿qué es?
«En el 2008 hubo una oleada de intoxicaciones en Noruega, por ejemplo, pero son ejemplos muy marginales en los que podemos encontrar escopolamina en drogas recreativas adulteradas», explica a Teknautas Nuria Calzada, coordinadora estatal de Energy Control (ABD), una organización que se dedica a realizar análisis de sustancias en discotecas, conciertos o festivales y que jamás ha hallado escopolamina entre ellas. Para Calzada, el eterno retorno de la burundanga responde a un fenómeno que ella llama «pánicos mediático-morales, hay un ‘boom’ en los medios sobre un tema que a menudo contiene testimonios exagerados, incluso de la propia policía, que a veces habla sin tener datos toxicológicos que los sustenten».Hay un ‘boom’ en los medios sobre un tema que a menudo contiene testimonios exagerados, incluso desde la propia policíaEspaña no es el único sitio donde este tipo de leyendas brotan, en ocasiones por excesiva premura de las autoridades. En Reino Unido, la policía culpó a la mefedrona —una sustancia utilizada para prolongar el sexo— en 2010 sin tener pruebas fehacientes, o los múltiples rebrotes de la llamada ‘droga caníbal’, metilendioxipirovalerona o MDPV, en Estados Unidos. «Semanas después se supo que la persona no había consumido MDPV, sino cannabis y que padecía un trastorno mental», explica Calzada.
No hay sumisión, hay vulnerabilidad
En el caso de la burundanga, tanto los análisis de Energy Control (quienes forman parte del Sistema Español de Alerta Temprana del Plan Nacional sobre Drogas) como los informes toxicológicos del Hospital Clinic de Barcelona indican que la mayor parte de sumisiones químicas con objeto de agresión sexual se realizan con una droga legal y mucho más común: el alcohol, reforzado en muchas ocasiones con el efecto de las benzodiazepinas. Según la memoria anual del Instituto de Toxicología, «la sumisión química supuso el 0,02% de las intoxicaciones registradas» en España durante el año 2016. «La gran mayoría de los casos de agresión sexual no tienen que ver con la sumisión química, sino con la vulnerabilidad química«, indica la coordinadora de Energy Control. Es decir, esa escena de un hombre vertiendo droga en el vaso de una mujer es pura ficción. Lo más probable es que ese hombre utilice la situación de ebriedad de una mujer —a la que ha llegado libremente consumiendo alcohol o drogas— para robarle o atacarla sexualmente. Tampoco es la escopolamina una especie de facilitadora del deseo sexual, como se la ha descrito habitualmente. De hecho, en el ‘chemsex’, práctica en la que dos personas usan voluntariamente drogas para fornicar más o mejor, nadie la utiliza nunca. Así lo explica a Teknautas José Luis Blanco, experto en el tema del Hospital Clinic y la Universidad de Barcelona: «Al margen de las drogas clásicas como la cocaína, hay tres drogas que se han relacionado con el ‘chemsex’ de forma muy estrecha», dice, «la metanfetamina, el GBL o éxtasis líquido y la mefedrona». Aunque no son las únicas drogas que entran en juego —son habituales también los nitritos, base del popper, o la Viagra— y éstas varían mucho de una ciudad a otra, Blanco dice que en muy raras ocasiones han visto la escopolamina, aunque concede que es una sustancia particularmente difícil de detectar. «Las personas no suelen venir a hacerse los análisis de manera muy precoz, lo que hace que la detección de la sustancia, de haber estado presente en el organismo, sea complicada».«Más culpa vuestra que nuestra»
En Colombia, donde sí existen datos que sustentan el uso de la burundanga, es también al contrario de lo que pensamos. «Son las mujeres, conocidas como burundangueras, las que la utilizan para robar a hombres, no hombres para violar a mujeres», apunta Calzada. De hecho, incluso con el reciente caso del mal llamado ‘rey de la burundanga’, ninguno de los delitos por los que se le acusa incluye el asalto sexual. Como recogía nuestro compañero en su crónica, se le acusa de robo con fuerza, robo con violencia, estafa y hurto. «En este caso ha sido más culpa vuestra, de los medios, que nuestra«, indica a Teknautas una fuente de la Dirección General de Policía, contactada días después de la detención del hombre acusado de emplear burundanga. «La investigación vino de una petición judicial y no se encontró nada en ese sentido, si lo hemos trincado es por otra cosa: no sabemos de dónde ha salido esto, lo que se atribuyen son robos, no es porque fuera el rey de la burundanga«.Si se detuvo a ese hombre fue por robo, no porque fuera el rey de la burundanga
Al final impera el principio de Ockham, la explicación más simple es la más probable. La escopolamina es imprevisible, difícil de dosificar, lo mismo no genera el efecto deseado o puede tener secuelas terribles como la muerte de la víctima, mientras que las benzodiacepinas son más seguras y con efectos predecibles. Además, pueden conseguirse muy fácilmente. Desde una lógica criminal, la burundanga no interesa para cometer delitos.
Publicado por Antonio Villarreal, el 14 de marzo de 2018 para www.elconfidencial.com