El tratamiento sobre las drogas que hacen los medios de comunicación, más que informar, contribuyen a generar en la opinión pública estereotipos negativos tanto sobre las sustancias como sobre las personas que las usan.
Pensemos en las llamadas NPS (nuevas drogas psicoactivas). Se trata de sustancias, no incluidas en las listas de fiscalización internacional, y cuyos efectos son similares a los de sustancias ya prohibidas. Desde el año 2009 se han notificado por primera vez en Europa un total de 467 de estas sustancias, siendo mayoría las pertenecientes a las familias de los cannabinoides sintéticos y las catinonas sintéticas (EMCDDA, 2016 [PDF]).
Los medios de comunicación, por su parte, lejos de ofrecer una imagen objetiva y rigurosa del asunto, se dedican la mayoría de las veces a abordar la cuestión desde el sensacionalismo más desinformado. Un reciente ejemplo lo encontramos en la prensa española que, el 1 de febrero, difundió una noticia hasta la saciedad según la cual existía una alerta sanitaria por treinta nuevas drogas: de la cocaína rosada a fertilizantes de plantas.
Dejando de lado el hecho de que la noticia adolecía de numerosas incorrecciones, la imagen que traslada de estas sustancias es, cuando menos, pavorosa: drogas que “pueden derivar en diarreas, vómitos y convulsiones”, en “espasmos y episodios psicóticos”, “fuerte arritmias, alucinaciones, desorientación e hiperactivación” e”intoxicaciones agudas que pueden derivar en colapso cardíaco”. Con este cúmulo de potenciales desgracias, ¿quién consumiría una sustancias así? ¿qué debe motivar a alguien a consumirlas?
Está claro que deben existir razones por las que una persona decida consumir estas nuevas drogas y no parece que sus riesgos la desanimen de ello. Por tanto, y sobre todo porque ofrece una mirada más interesante y útil sobre los consumos, es fundamental conocer y entender estas motivaciones. Y ahí, dos investigaciones recientes nos han ayudado a ello.
Peter Reuter y Bryce Pardo (2017) de la Universidad de Maryland (Estados Unidos) han propuesto que podrían existir tres motivaciones principales para consumir estas sustancias: (1) no tener problemas legales y por eso se consumen sustancias no prohibidas, (2) que el consumo no sea detectado en los tests de drogas, y (3) el encontrar nuevas y atractivas experiencias. Aunque estas tres motivaciones son sugerentes y se encuentran apoyadas en la evidencia científica, otros autores las han puesto en cuestión y han profundizado en las diferentes razones que puedan tener ciertas personas para hacer uso de las NPS. Este ha sido el caso de un grupo de investigadores australianos (Sutherland et al., 2017) quienes encontraron que, de toda una lista de motivaciones, la relación calidad-precio fue la principal. Además, encontraron que las motivaciones podían ser diferentes en función del tipo de NPS de que se tratara. Así, la disponibilidad fue la principal motivación para consumir catinonas sintéticas o la legalidad lo fue para el caso de los cannabinoides sintéticos.
Las motivaciones para consumir nuevas drogas son, por tanto, variadas y hasta podrían depender del tipo de NPS de que se trate. Esto hace, como sugieren Sutherland et al., que los mensajes preventivos y de reducción de riesgos puedan adaptarse a cada uno de los perfiles de usuarios según su motivación para consumir. En la base de todo está lo de siempre: existe una demanda de drogas para cumplir diferentes funciones, siendo la de colocarse una de las principales. Hay muchas personas que desean tomar drogas y tomarán las que quieran y/o puedan, sean tradicionales o nuevas. Seguir insistiendo en presentar las drogas exclusivamente como “fuente de problemas” no representa la realidad de los consumos de drogas y, a la postre, contribuye a estigmatizar a las personas que las consumen. Por el contrario, tratar de conocer qué se consume, por qué se consume y cómo hacer para disminuir los riesgos debe ser una prioridad si queremos abordar este fenómeno, como ahora está de moda decir, desde un enfoque de salud pública.
Fuente: https://claudiovidal.wordpress.com