«¿Estamos perdidos en la dirección correcta?», se preguntaba ayer en un seminario para periodistas previo a la reunión Helen Rees, del Wits Reproductive Health and HIV Institute de Johannesburgo (Sudáfrica) y una de las coanfitrionas del congreso. La dirección correcta parece clara desde que, en 2010, Science nombrara hallazgo científico del año al estudio que mostraba que la administración inmediata, con independencia de la carga viral, de antirretrovirales a personas seropositivas con parejas seronegativas, reducía en un 96% el riesgo de transmisión del virus.
Pero para que todos los seropositivos tomen tratamiento antirretroviral hay una serie de barreras que hay que superar, señaló Rees. En primer lugar, los obstáculos económicos, en un momento en que, según reseñó, uno de los organismos que más financiaban, PEPFAR, «está de capa caída», algo similar a lo que les ocurre a muchas otras entidades de este tipo. Pero, además, es importante reconocer que la infección no se transmite a todos los grupos por igual. Como muestra, un dato de su propia ciudad. Aunque la tasa de infección por VIH es extremadamente elevada en Sudáfrica, cercana al 20%, es en algunos grupos de riesgo donde los niveles se disparan. En las trabajadoras sexuales de la capital, por poner solo un ejemplo, se llega al 80%.
Por esta razón, la investigadora destacó que no solo se trata de administrar antirretrovirales, sino de combinar todas las estrategias que han mostrado eficacia para la prevención, a saber: la terapia preexposición, que ha mostrado su eficacia en diversos grupos pero que, puntualizó Rees, no lo ha hecho aún en el grupo para el que sería más necesario en África, las mujeres jóvenes; la circuncisión, que ha demostrado sin fisuras su utilidad y que, a pesar de ello, apenas ha llegado a una cuarta parte de los adultos que podrían beneficiarse de ella y el tratamiento de enfermedades de transmisión sexual, que ha demostrado influir positivamente en la reducción de la transmisión del VIH.
Para Rees, es en estas medidas en las que hay que gastar el dinero destinado a la prevención. La experta cree que hay algo «en lo que se está fallando» y es en la comunicación. «Lo que está claro que no funciona, y se sigue haciendo, es decirle a las mujeres que no se pueden fiar de nadie y que tienen que utilizar preservativo porque nunca se sabe, ese mensaje no reduce la transmisión», apuntó.
Uno de los autores del estudio que demostró cómo la administración de tratamiento antirretroviral reducía la transmisión de la infección, Myron Cohen, de la University of North Carolina, alertó por su parte de otras barreras para la implantación generalizada de esta medida de prevención. Ni el inicio precoz de los posibles efectos secundarios, ni el posible incremento de gasto absoluto ni la hipotética posibilidad de desarrollo de resistencias le parecen a este investigador razones suficientes para no poner en tratamiento «en cuanto quieran» a cualquier persona infectada por el VIH. Así, el experto denunció que en países como Reino Unido aún hay que esperar a una carga viral determinada para comenzar la terapia (en España se puede iniciar antes en función de la decisión del médico), aunque predijo que estos límites pronto caerán por su propio peso. «Todo el mundo tendría que ser tratado inmediatamente», resumió.
Las vacunas también van a protagonizar parte de este congreso. La investigadora Mary Marovich, del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas de EEUU (NIAID) explicó cómo llevan años intentando replicar los resultados de la única vacuna que, hasta el momento, ha demostrado eficacia (aunque limitada), la RV144. Finalmente, nueve lugares en Sudáfrica están a punto de volver a probar el compuesto con ligeras modificaciones, algo sobre lo que habrá noticias en los próximos días.
Fuente: elmundo.es