Entre ellos estarían la falta de síntomas, el miedo a los efectos secundarios de la medicación, no poder consumir alcohol o sustancias y otros problemas de salud o de situación vitalUn estudio estadounidense, cuyos resultados se han publicado en la revista AIDS and Behavior, ha concluido que es probable que se necesiten mayores esfuerzos por parte de los profesionales sanitarios para establecer relaciones de confianza con las personas coinfectadas por el VIH y el virus de la hepatitis C (VHC), para tratar de ayudarles a superar sus preocupaciones por los efectos secundarios del tratamiento frente al VHC y para animar a las personas reticentes a iniciarlo cuanto antes. En EE UU, aproximadamente el 25% de las personas con el VIH están coinfectadas por la hepatitis C. Desde 2014, los antivirales de acción directa frente al VHC (AAD), altamente eficaces y bien tolerados, han revolucionado el tratamiento del VHC. La aceptación de los AAD por parte de las personas coinfectadas por el VIH y el VHC ha mejorado, pero sigue siendo subóptima debido a las barreras del sistema, los profesionales sanitarios y los pacientes. Así, la reticencia a iniciar el tratamiento con AAD frente al VHC constituye una barrera importante para la eliminación de la hepatitis C como problema de salud global, en sinergia con los objetivos de eliminación de las hepatitis víricas de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para 2030 (véase La Noticia del Día 03/09/20). Las personas que consumen drogas de forma activa y en el pasado, las que se hallan en situación de sinhogarismo y aquellas con el VIH con recuentos bajos de CD4 tienen menos probabilidades de haber iniciado el tratamiento de la hepatitis C, pero se necesita más información sobre los motivos por los que las personas retrasan el tratamiento de la hepatitis C y sobre cómo se las puede convencer para que lo inicien. Para arrojar algo de más luz sobre esta cuestión, un equipo de investigadores de la Universidad del Estado de Pensilvania y de la Sección de Enfermedades Infecciosas de la Facultad de Medicina de la Universidad de Yale (New Haven, Connecticut) en EE UU realizó un estudio de tipo cualitativo en forma de entrevistas semiestructuradas con el objetivo de analizar los obstáculos para iniciar el tratamiento de la hepatitis C entre las personas afroamericanas y latinas que viven con el VIH en el Estado estadounidense de Connecticut en 2020 y 2021. El estudio formaba parte de un programa más amplio en el Estado para promover el tratamiento de la hepatitis C entre las personas coinfectadas por el VIH y el VHC. La metodología del estudio basada en entrevistas semiestructuradas -en vez de grupos focales- pretendía garantizar la confidencialidad y obtener una comprensión profunda de los procesos que influyen en las percepciones del tratamiento del VHC en el paciente. Se seleccionó a los participantes en clínicas que ofrecen atención y servicios relacionados con el VIH a los usuarios de drogas en el Estado de Connecticut. Las personas con el VIH podían participar en el estudio si habían retrasado el tratamiento frente a la hepatitis C durante más de un año tras el diagnóstico o si habían completado el tratamiento en el último año, estaban en tratamiento o si no lo habían iniciado todavía. El estudio contó con 21 personas (12 que habían recibido tratamiento en el último año y 9 no tratadas) para realizar las entrevistas semiestructuradas, que se realizaron por teléfono. Los participantes tenían una edad media de 59 años, diez eran de raza negra, cinco puertorriqueños, cinco de raza blanca y un nativo americano. Once se identificaron como mujeres y 10 como hombres. Veinte de las personas entrevistadas se identificaron como heterosexuales y un participante se identificó como del colectivo LGTBI. Quince tenían un historial de consumo de drogas inyectables y todos ellos tenían un historial de trastorno por consumo de sustancias. Además, todos los participantes, menos uno, estaban tomando terapia antirretroviral. La mediana del tiempo transcurrido desde el diagnóstico del VIH era de 25 años y de 15 años desde el diagnóstico de la hepatitis C. La preocupación por la necesidad de abstenerse de consumir alcohol o sustancias durante el tratamiento fue habitual. Algunos participantes retrasaron el tratamiento frente a la hepatitis C porque creían que tendrían que abstenerse durante el mismo y no se sentían capaces de hacerlo, mientras que otros temían que el consumo de alcohol o drogas junto con los AAD frente al VHC empeorara los efectos secundarios o disminuyera la eficacia del tratamiento. Algunos participantes tenían otros problemas de salud o cuestiones vitales que consideraban que debían resolver antes de comprometerse con el tratamiento de la hepatitis C. A algunos les preocupaba tomar medicación adicional; otros pensaban que debían resolver sus problemas de vivienda o alimentarios para establecer una base segura antes de empezar el tratamiento, ya que esperaban que fuera debilitante. Las percepciones de los pares sobre los efectos secundarios del tratamiento con interferón también afectaron a la disposición a plantearse el tratamiento. Los pares a menudo reforzaban las dudas sobre la posibilidad de tomar un tratamiento basado en AAD frente al VHC mientras se consumía drogas o alcohol. Por otro lado, algunos de los que habían sido tratados recientemente dijeron que el ejemplo de los pares que habían completado el tratamiento les había convencido para empezarlo. La falta de continuidad en la atención de los profesionales de atención sanitaria o la multiplicidad de profesionales resultó ser un obstáculo para algunos participantes. Para otros, la falta de confianza en el profesional de atención sanitaria como resultado de sus experiencias con el tratamiento del VIH afectó a su voluntad de discutir o considerar el tratamiento frente al VHC.Los mensajes sobre la necesidad de evitar las drogas o el alcohol por parte de los profesionales de la salud también reforzaron las actitudes negativas hacia el tratamiento con AAD frente a la hepatitis C. Tres cuartas partes de los que iniciaron el tratamiento con AAD frente al VHC lo hicieron después de establecer una relación de apoyo con un profesional de atención sanitaria que se tomó el tiempo necesario para conocerlos como personas y generar confianza. Los profesionales de la atención que brindaron su apoyo a los pacientes invirtieron tiempo en explicar la hepatitis C y el tratamiento disponible y permitieron a los participantes tomar una decisión a su propio ritmo. A algunos participantes les aseguraron que podían interrumpir el tratamiento con AAD si se producían efectos secundarios, lo que les dio confianza para empezar. Como conclusión, los investigadores realizaron unas recomendaciones a los profesionales sanitarios para que pudieran promover la aceptación por parte de los pacientes del tratamiento de la hepatitis C con AAD: ofrecer información detallada sobre los efectos secundarios de la medicación frente al VHC para responder a las preocupaciones de los pacientes; elaborar un historial completo sobre los efectos secundarios de la medicación anterior para abordar las raíces de la desconfianza del paciente; abordar la percepción de que el alcohol, las drogas y el tratamiento de la hepatitis C no son compatibles, manteniendo conversaciones francas sobre el consumo de sustancias, las interacciones con los medicamentos, la adherencia y los riesgos de reinfección; y, por último, aprovechar las relaciones entre pares con personas que ya han completado el tratamiento de la hepatitis C para promover su aceptación, por ejemplo, a través de charlas en asociaciones o en grupos de apoyo.
Nota redactada por Jordi Piqué – 21/07/2022, para Grupo de Trabajo sobre Tratamientos del VIH
Fuente: Infohep / Elaboración propia (gTt-VIH).
Referencia: Brothers S, et al. Perceptions towards HCV treatment with direct acting antivirals (DAAs): a qualitative analysis with persons with HIV/HCV co-infection who delay or refuse treatment. AIDS and Behavior, published online 1 July 2022.